Aparece fantasmagórico y etílico un seudo profeta menor en mi somnoliento y centro descentrado retorno a casa.
Me pregunta que leo, y yo que voy ha por Mercedes Castro y su "Y punto."
Entonce me habla sobre Lihn y Neruda, saca a relucir a Lira y a Bolaño.
Me marea con su desvarío tintoresco, bohemio y flaite, como el mismo se define.
Me atrapa, me embelesa y me preocupa.
Si, me preocupa verle en su personificación de "El Culebra" afiebrado y melancólico.
Me preocupa dejarle solo cuando me despido despertando del sopor que es este metro mañanero.
Lo ultimo que me regala es su nombre.
La postrer profecía de Alex:
Es que nunca, nunca mas lo voy a volver a ver.