viernes, marzo 20, 2015

Freak show



...La gente se agolpa, estoy en una fila esperando entrar, la idea fue de ella, dijo que necesitaba relajarme, al final me llamo, no vendrá, me da la impresión que nos llevamos mejor, definitivamente todo se solucionara...

Un hombre bajito,una especie de guardia, nos repite las instrucciones como un papagayo esquelético.
Somos el ultimo turno y la cantinela recitada le sale desapegada.
-Pónganse los lentes -nos pasan unos ajados y viejos lentes oscuros nada especiales. 
-No le tiren comida, ni hagan movimientos bruscos-
-Lo mas importante, no lo miren directamente a los ojos-
Impaciente yo pregunto desde atrás.- ¿algo mas?-
-¡Ah ! Por nada de este mundo crean lo que les va a decir-.
La puerta se abre y comenzamos a entrar; en el cuarto amurallado una hilera de barrotes nos separa de un camastro, un wc.
Sobre una silla un viejo hombre con la cabeza gacha se mueve hacia delante y atrás.
La silla esta adosada al piso.
Una cadena delgada, al parecer firme esta fija a una de las patas de la silla, el otro extremo se une con un grillete a una de sus piernas.
Entramos y quedamos un poco apretados, yo estoy al final cerca de la puerta, al lado de hombre pequeño disfrazado de guardia.
El viejo de la cabeza semicalva; con los ojos cerrados lentamente olisquea el aire, uno a uno nos va mirando con su nariz.
 Sonríe.
- Al fin- dice con una voz gruesa y pastosa.
- Bienvenidos Ana María y Juan, Felipe, Pamela, Fabiana...- empieza a recitar los nombres con una rapidez sorprendente, la gente aplaude - Mabel, Viviana, Pedro, Gonzalo,Rolando, Juan, Adolfo y Nestor.
Cuando dice Rolando se que se trata de mi, pero ese no es mi nombre, bueno mi nombre real; Rolando es mi chapa, mi antigua chapa, el hombre semicalvo sonríe con sus escasos dientes.
-Gracias por venir pero no les tengo nada-...- Salvo un  pequeño regalo...- y al decir esto abre los ojos.
-NO LO MIREN- grita el el hombre bajito.
La gente se mueve incomoda y bajan la vista.
Como si no fuera interrupido el semicalvo empieza a hablar al aire:
-Tendrán un hijo y lo llamaran Arnoldo, como al abuelo materno -...- El viaje que quieres realizar sera en el proximo invierno, abrígate-...- Querida, no cambies de trabajo, por lo menos en 2 años-...-El amor de tu vida se encuentra en el próximo bar, pide un margarita-...-Prueba los números de tu nacimiento y agrégale un 6 en la lotería-...- Déjalo no hay futuro en la relación, en realidad nunca lo hubo-...- No sigas intentando, lo tuyo no es cant...
La gente expectante habla bajito, en murmullos, para no perder nada del fraseo, yo me aburro pero me intriga lo de mi nombre; por el rabillo de los lentes empiezo a pasear la mirada por sus caras, de pronto mi ojos se posan en el viejo semicalvo y veo sus cuencas lechosas.
El tipo es ciego y me mira.
Me mira y yo no puedo dejar de ver esos ojos blancos, parece que el mundo se detiene.
Su voz cambia, el sonido es mas gutural.
 -Rolando.-  
-Rolando es hora que empieces a correr, te pillaron la pista y te van a matar -.
Se produce un silencio y la gente comienza a moverse y a cuchichiar unos con otros.
De pronto me miran, al principio extrañados, luego con rabia, el hombre pequeño intenta tomarme del brazo pero me lo quito de encima con facilidad, las manos de la gente se alargan para atraparme.
Siento pánico y pataleo, agarro el pomo de la puerta, la abro y empiezo a correr.
Lo ultimo que escucho es el grito del viejo.
- Fue Mónica, la que una vez te amo-
Corro y corro, se que no debo ir a casa, porque es ahí donde esta el arma, el arma y Mónica.

miércoles, marzo 18, 2015

Tres tristes burros




Tres tristes brutos, bávaros, burros, beben birra de un barril en Budapest.

Uno con depresión postorgasmica, mira hacia adentro de cada cual y anota, pues su vida es mirar y anotar .

Otro, saborea un nombre que le estropeó el alma, mientras narra la desazón que le produce vivir.

El ultimo que es visco porque es doble, en facha vikinga no niega que hubiese preferido dejar su alma empeñada en un puente o en un callejón oscuro de Concepción.

Al final, cual búfalos mojados, los tres que son cuatro, admiten que hubiesen amado con rencor, odiado con dulzura, olvidando diariamente la fatiga de fingir lo que no pueden ser.

Admiten también muy pasada la noche, que son proxemicos y que no estando, están bien.

Los tres, que son cuatro, son medios guachos y se ufanan en la economía del día del padre.

Los tres, que son cuatro brutos que beben birra de un barril, se conjuran tristes a morir juntos en fila india; el mayor, el segundo y los últimos.
Y si no morir juntos por lo menos el mismo año.