Se come la uñas desesperada cuando engulle un helado barato, pasa por el pasillo con el oído derecho completamente sordo y simula dormir risueña mientras escarba por algo dentro del bolso guiando a su niño por el pasillo.
Mira a los ojos al novio pololesco erguida y espera despreocupada el carro verde al tiempo que sube al rojo, entonces se agarra al fierro lasciva y disimula los zapatos que yo miro fijamente.
Escondida entre 12 vidas desconectas viaja la mujer que yo miro.
Se ríe como matrona, con los pechos casi al aire, porque sabe que le escribo.
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