Desde el fondo es donde me siento a mirar pasar el mundo.
Desde el fondo es donde me parapeto, oteo y escondo.
En todo caso comienzo desde atrás, en mi final, con la ilusión de encontrar la génesis o por lo menos donde se corto la hebra.
La verdad no se puede.
No se puede leer el final de "Las manos al fuego" de Jose Gai y escuchar a Sabina y su "A mis cuarenta y diez" sin derramar una lagrima.
No se puede disimular frente al chico que te hace un contrato con la compañía del cable.
No se puede, porque asusta.
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