Te veo de reojo.
¿Cuantos años van? ¿dos?¿tres?.
Me digo que no los suficientes para perdonar.
Aprovechando el frenesí de la gente que se acerca a la linea amarilla, me pongo a tu lado.
Tu ni te das cuenta que soy el que te empuja al infatigable paso del carro.
Mientras me alejo, comienzan los gritos.
Al final te perdono y espero que tu también me perdones.
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