Era pues, Eustaquio II, el ultimo salmón de la familia Neka del sur.
Y aunque perdió a su familia de joven, jamas dejo de recordar el consejo de su sabio, pero poco atinado, padre.
-Un buen salmón, siempre nadara contra la corriente-.
Así, Eustaquio II, porfiaba y porfiaba, porque cuando todos bajaban al mar, el subía a los altos del rio.
Y cuando los demás salmones se disponían a desovar en el lugar de sus nacimientos, el se dejaba deslizar suavemente por el rio al océano.
Murió solo y a medio mascar por una barracuda llamada Muriel.
Partió de este mundo sin dejar descendencia.
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