- Otra vez tarde- refunfuño para sí Francisco Coso, mientras corría hacia la puerta giratoria.
Por poco se agarra los dedos en el artilugio de vidrio; quiso reclamar al guardia, solo porque si, pero la hora le apremiaba y este ni siquiera se dio cuenta.
Tomo el ascensor con otra gente y se puso al fondo del elevador.
- Por favor ¿me marca el piso 23?- dijo.
Alguien entre los muchos que abordaban la cabina seleccionó el número.
- Maldita sea, esta porquería para en cada piso- miró su reloj, era bastante tarde.
Al entrar en la planta libre se dirigió al lector digital, intentó varias veces, pero la máquina no leía.
- ¿Esta cuestión esta mala?- preguntó a la secretaria que estaba al teléfono en ese minuto.
Un último intento y nada, ofuscado se dirigió a su cubículo al fondo de la habitación.
Con horror vio que su puesto estaba ocupado por un pequeño señor de corbata gris que digitaba a velocidad vertiginosa en una planilla de cálculo.
-¡El tipo está haciendo mi trabajo!-.
Fue ahí, en ese instante, que Francisco tomó conciencia de que se había transformado en un ser transparente y mas encima mudo, quiso gritar pero sabiendo inútil el gesto, no lo hizo, porque también se había vuelto pragmático.
Así que corrió la cortina, abrió la ventana y saltó al vacío, el frío aire rosaba su cara mientras caía, haciéndolo sentir más vivo.
Don jorge, el hombrecito de la corbata gris, apretó los dientes de puro susto.
- Es verdad que aquí penan.- dijo y volvió a la afanosa tarea de completar la planilla.
1 comentario:
Gracias por el último comentario... y claro que me gustaría "ser" en el fondo soy... una cosa física inevitable, es un asunto más bien de buscar en mi lo que tanto me he empeñado en esconder por dejar que el sistema entre sin control sobre mi y me vuelva un ser lleno de miedos.
Tu animo me servirá, lo tomaré sin duda :)
Un abrazo, por ahí nos veremos
Publicar un comentario