lunes, diciembre 26, 2016

Aínigma



    Con facha de pornostar sospechosamente neutro, ocultando algo que no sé qué es, pero que me deja terriblemente confiado, me detengo y me desnudo en el nudo de tu anillo.
    Apunto al blanco de tu blanco y te escribo pensado que tu piensas que esto es interesante, ilusionándome.
    La bendita palabra que te conté que busco y que, según yo, debería explicarlo todo, se me hace esquiva, incluso más que la traviesa utopía de Galeano.
    Mi palabra, me deja adivinar sus caderas, pero siempre, invariablemente, da un salto por cada paso que yo doy.
    Así que hoy le hago trampa y no avanzo, simplemente me detengo a contemplar el camino ya recorrido, esperando que ella también se tome un descanso.
    Aprovecho para susurrar a tu oreja solidaria, pero coja y azulina, que tengo miedo,pero solo con la intención de que te apiades y me arropes en medio de ese calor truncado y seco que es tu pecho.
    Sé que no vendrás porque te piensas cercana, así que sin más te dejo pensar lo que tú quieras pensar y me alejo también de ti.
    Vislumbro que a mis espaldas un par de hermanas mudas, mellizas y testarudas, me siguen el paso ofreciéndome el oro y el moro, ellas no se detienen, porque me tienen ganas, la una me promete endulzarme la vida y la otra una salida fácil.
    Viene con ellas el hermano mayor tratando de cerrarme el camino, el viene a cobrarse tanto abuso al pariente pequeño, el sí que viene con rabia.
    Y hoy como que todo me interesa un huevo, los espero y juego a adivinar cuál de los tres me enterrara primero el diente.
   Y así, sin más dilación, ni juego ni trampa amorosa.
   Así sin misericordia y como tienen que ser las cosas.
   Logro por fin mirarle más allá de la pantorrilla a mi palabra esclarecedora.
   En la distancia logro contemplar el zarcillo solitario, las faltas de ganas, el desdén de mi bendita palabra.
   Y cuando menos me lo espero ella se da vuelta y me torna los ojos y me sonríe con esa risa boba que adiviné hace tantos años.
   Simulo sorprenderme y ella que sabe que miento, hace lo más lógico que podría esperar.
   Viene hacia mi riéndose melosa y me dice al oído: -Di, mi nombre –.
   Y yo cómplice, me acerco a su oreja y susurro su nombre y escribo este cuento y al final del dia, soy feliz.
   Feliz porque termina el misterio, feliz porque empieza uno nuevo.

miércoles, octubre 05, 2016

Maja



El sol encandilando la piel.
El, con la mirada taciturna, queriendo estampar en la retina las formas, las curvas y las redondeces.
Aprontándose para un final descrito en una baraja de cartas mal impresas.
Brevemente, piensa en lo hermoso que sería hacerle una fotografía en blanco y negro… incluso aunque el blanco se reventara, la foto igual seria bella.
La mira embelesado, embriagado en esa ruleta rusa, que es la certeza, de que, aunque no lo quiera, esta es la despedida.
Ella sonríe creyendo que toda mentira es mentira, como la falsa sonrisa, la falsa promesa y el falso amor; que a su vez son mentiras de verdaderas promesas y verdadero amor.
Ella parece resplandecer cuando la piel se tensa por la brisa que se cuela entre las cortinas del ventanal.
Se miran una vez más, cómplices; sienten como la risa brota conjugándolos; se ofrecen el uno al otro.
Se saben mentirosos, sobretodo cuando ella se entrega toda, o casi toda, o toda lo que se puede ofrecer una mujer.
Ella se ofrece pensando en el mañana.
Y él, cuando se deja llevar por la marea de sus pálidas caderas, aprovecha para ocultarse en la hombría de macho cabrío, pensando en un ayer futuro.
Se miran absortos sabiendo que esta vez; posiblemente, sea la última.
Sabiendo que es; pero no queriendo.
Se entregan haciendo trampas.
-¡Que bien que me haces Maja!- le miente.

martes, septiembre 06, 2016

Cuento parabolico

Grabado "Caminando por el tablón", Ilustrado por Howard Pyle.


- ¿No reniegas de nada de lo que has dicho? - Pregunto el que hacía de líder del grupo.
-Lo único que diré en mi favor-, -Es que este es un puto barco a vapor –, - y los remos que tan graciosamente manejan tus hombres; son el combustible, Maldito ignorante. –
El que hacía de líder no dijo nada, simplemente dio un fuerte zapatazo al tablón, con lo que el fogonero perdió pie y cayo a las frías aguas.
El mar inmisericorde le abrazo tal como lo había hecho un rato antes con el capitán y el contramaestre.