Desperté y todo se veía diferente.
Demasiada luz, me faltaba el aire, mi mundo se movía vertiginoso.
- ¿Alguien sabe que pasa? - pregunte nauseabundo.
- Ni idea - me contesta uno, con la voz aguardentosa, seguramente le pasa lo mismo que a mi.
- Estamos en viaje - dice el que esta a mi lado, compulsivo.
¡Dios mio! no aguanto la arcada.
No se que cara puse, pero lo otros se hacen a un lado y yo escupo pura agua, mientras estoy en eso, solidariamente mis amigos comienzan a vomitar.
Para la niña que nos lleva en la bolsa solo somos pecesitos de colores.
Somos pecesitos maltratados.
Y con cero expectativa de vida.
Don flan envasador
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