Una pregunta y las señales de alarma se disparan,
una respuesta con anzuelo.
Y tu y tu mirada .
La certeza de que algo anda mal, muy mal, para esta estación de combate.
Y que es, que esto se terminó, sin ganadores convencidos.
Y la tontera esta, en que solo hoy, por el ayer obtuso, me doy cuenta que es finito.
Y siento que me quedo en la inocurrencia del tiempo, cien años atrasado para volver a ser lo mismo.
¿Cómo mueves los peones cuando el juego se termina?
Lo que conozco es colocarlos todos, perfectamente ordenados,
para que comience otro juego, rogando que el otro no se de cuenta que hice trampa.
Y es que hacer trampa también es parte del juego.
La pregunta, que me pregunta, mi repetición de lo que yo condeno, mi miedo al miedo.
Maldito colonialismo y su aroma a colonia inglesa que apesta todo con olor a feria y a fiera atrapada.
Maldito dejar de dejar atrás, otro viernes de venus.
No mas querer ni mas dejarse.
Curiosamente no duele como pensé.
Duele diferente.
¿Cómo mueves los peones cuando el juego se termina?
La otra forma es guardándolos en la caja, en la cagona y puta caja.
Desde el fondo es donde me siento a mirar pasar el mundo. Desde el fondo es donde me parapeto, oteo y escondo. En todo caso comienzo desde atrás, en mi final, con la ilusión de encontrar la génesis o por lo menos donde se corto la hebra.
viernes, mayo 11, 2007
DICOTOMÎA
jueves, mayo 10, 2007
RUIDO
Cuatro deudos.
Cuatro sueños.
Cuatro razones por que no.
Tres puertas.
Dos duendes.
Dos suelos.
Dos razones por que si.
Una herida.
Profunda.
Cuatro sueños.
Cuatro razones por que no.
Tres puertas.
Dos duendes.
Dos suelos.
Dos razones por que si.
Una herida.
Profunda.
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