El metro esta conserveramente repleto, yo quedo a medio entrar, contorsionado y a centimetros de las fotocopias de la estudiante, una de esas de ultima hora, que toma apuntes.
Veo borrosas las letras y en mi inocente fisgoneo solo puedo interpretar las imágenes grises, trato de hacerme un espacio y piso un pie, me acomodo.
Ella, la estudiante, ni se da cuenta, porque trata de escribir algún tipo de nota en la hoja y a mi de repente se me agrandan los ojos en lo que ella esta estudiando, se me presenta, asi de sopeton y en total unimonocolor fotocopiado, las partes internas de un tipo partido a la mitad.
Yo que soy frágil y sensible, no puedo soportar semejante visión, trato de dar vuelta la cara, pero no puedo porque es humanamente imposible, sin mas remedio vomito, vomito explosivamente hacia la puerta, solidaria una niña comienza sinfonica la arcada, de pronto el vagon completo se une al coro.
Con cara de lo siento, miro las fotocopias y me doy cuenta que son de un libro de cocina y lo que yo imagine un cuerpo solo eran un plato de garbanzos... de guar...Guarbanzos.
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