Quise hacer este mamotreto pensando en mis fieles
lectores, pero después de meditarlo un poco, que fue nada en realidad, me
convenzo de que este legajo es para mí y mi Alzheimer.
No pretendo, ni se pretenda ver como que esto es una
autobiografía autorizada, simplemente es un párele a la vorágine diaria y un
mirar para atrás y para adelante de estos mis 50 años.
Me hice la ilusión de empezar citando a Bilbo Bolsón en su
cumpleaños 111, pero al final desistí, y la razón es simple.
“No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo
que querría, y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de
ustedes se merece.”
Entonces, sin querer queriendo y sin amar amando llego a
estos mis primeros 50 años.
Hace 49 que mi madre intento inmolarme y fallo, de ahí mi
fascinación por el fuego y los asados.
Hace 30 años celebraba mis primeros 20 y hace 10 mis
últimos 40.
Hace 5 años que sé, que mi ascendencia griega es mas de
Ceres que de Adonis y mi barriga es un recuerdo genético de mi padre.
Soy más cínico, irónico y sarcástico que hace 30 años,
pero sigo siendo el sátiro de siempre.
Si hoy tuviera una araña pollito es muy probable que "Ella"
me sobreviva.
Y si no cambian la ley, solo me faltan 180 meses para
jubilar.
Por definición:
Soy el valiente guerrero alemán con nombre de continente,
fundido al santo valle portugués y a unos belicosos montoneros de navarra.
Soy Feña, Fedo, Nandito, Nano y Fer.
Soy el anagrama de Don Flan Envasador.
Soy el participio de Fernar.
Todos saben que me gustan usar palabras perdidas y raras,
La razón es muy simple, por cada búsqueda de estas palabras, Google donara un
centavo dólar a la fundación de Misántropos Anatidoefobicos Diegéticos.
Soy de profesión majagranzas, a punta de mala lectura me
volví pragmático, a coscorrones ecléctico y de tanto despreciar soy
circunloquio.
Por buscar lo importante me procrastine y el tiempo me dio
la razón para ser dextrofóbico.
He ensayado hasta el hartazgo mis improvisaciones, tanto que
el show diario me sale fluido.
Sigo con mi fobia a los ciegos.
Perdí a la ruleta rusa.
Gane enemigos de cartón y gracias a ellos aprendí a usar
menos mascaras.
Las heridas ya no sanan tan rápido, pero duelen menos.
Y la idea de que la Parca me robe el último beso ya no me
parece tan aterradora.
Tengo menos amigos, pero son mejores.
Por ellos me ha crecido otro hígado, porque tomo más y me
mareo menos.
Hoy no todo parece tan serio.
Mi lista de pendientes es cada vez más larga.
Desconfió de los que ríen todo el tiempo.
Doy buenos consejos cuando no me los piden.
Todavía lucho para que amar no se vuelva una costumbre.
Y me di cuenta que la fe es agua puesta en un cuenco roto
y no es tan malo como imagine.
Discuto con Dios.
Tengo más dudas que certezas.
Y mis placeres culposos ya no son tan culposos.
Vivo esperanzadamente decepcionado.
Soy un aguafiestas que disfruta la jarana.
Lucho contra el miedo de sentir miedo y cuando estoy
perdiendo la batalla me acerco a beber del cuenco.
Ahora quiero más los feriados y los fines de semana, pero
todavía no me gusta caminar por caminar (salvo en el Centro).
Sé que la pálida dama me saluda en cada esquina cuando me
la cruzo, sé que sabe mi nombre y nos guiñamos el ojo.
Como no voy a tener sepultura, mi epitafio debería decir:
“Aquí yace un hombre fiel, amoroso, leal y respetable.
(Pero no en ese orden, ni todo al mismo tiempo)”
Ya no reniego mis decisiones.
Melodramáticamente, estoy a mano con la vida y voy de la
mano de la muerte.
Finalmente, confieso que le he echa trampas a la vida.
Plante unas matas.
Plagie un libro.
Y crie una hija.
He ocupado las herramientas que me dieron y las que
fui recopilando por ahí.
y como dice Joan Maragall en su "Cant
Espiritual":
"Sóc humà i humana és ma mesura" -Soy un
hombre que juzga como hombre. -
Y así sin querer queriendo y sin amar amando, feliz llego
a estos mis primeros y últimos 50 años...