martes, octubre 04, 2005

LXI

Cubierto de tanto amor;
tú me dices: -Huy que te quieres-.
Y no sabes, no sabes, lo que me odio a veces dentro de estos, mis ojos pardos.
Tapado de tantos odios,
ellos me gritan, gritan: -Huy que destructivo-.
Y no saben, no saben, cuanto me amo y las amo a todas menos una.
Conciente de mí mismo, mismamente, conciente del que quiero ser,
me digo y maldigo: -Huy que solo-.
Y yo sé, yo sé, que soy otro, uno que me imita.

LXII
Me miraba en el espejo, hasta hacerme aquel rostro que reflejo y odio.
Me miraba en el espejo, frente al sol,
y por mas que intentaba escupirme a la cara,
el risueño rostro del que me imita, se burlaba de mi.

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