Las pausas son más largas,
pausas largas,
largas, largas.
como cuando te dejo exhausta y a mí todavía me quedan ganas.
Pausas largas para escribir,
como cuando como jugo de frutillas con melón
o cuando saboreo licor de amareto y lo dejo perderse entre mis pocos dientes.
Pausas largas como este mes de mierda que no acaba nunca
o como cuando esperaba a Armanda en un domino cruzado por el estado.
O como cuando te arrancas, te pierdes Solemiyara.
LXVII
Lloro porque no puedo llorar,
me angustio en la angustia de no angustiarme.
Digo no mas, no basta, porque no; no basta.
Sufro por la falta de dolor (dolor verdadero)
Me importa tanto, tanto, que todo no me importe nada.
Digo y maldigo que te equivocas (porque soy dolente).
Lloro y reniego la inutilidad que soy.
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